
Al contrario que la mayoría de la gente, durante este verano me ha tocado currar. No como me hubiera gustado, pero al fin y al cabo he trabajado agusto, he hecho amigos y he podido descubrir innumerables paisajes desconocidos para mí hasta ahora: los inmensos pinares de Guadarrama o las dehesas de encinas y fresnos del Escorial en la Sierra de Madrid; las Tablas de Daimiel y los enigmáticos ojos del Guadiana en Ciudad Real; la subdesértica depresión del Ebro en Zaragoza; el mar de frutales de LLeida o la belleza alpina de la laguna de Peñalara, a pocos kilómetros de la sofocante Madrid.
De todo se aprende, y más si es viajando.
Bienvenidos a la nueva temporada de Valencia Forestal.
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